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Crónica el aroma del relevo generacional: Daniela Aristizábal, juventud cafetera desde Manzanares

Daniela Aristizábal, una mujer de 23 años oriunda de la vereda Palmichal del municipio de Manzanares, Caldas, quien encarna el relevo generacional en el mundo cafetero con fuerza, identidad y pasión por el campo.
En un país donde la migración rural de los jóvenes hacia las ciudades parece una constante inevitable, Daniela representa una contracorriente. Aunque no reside a tiempo completo en la finca, está lejos de haberse desvinculado. Desde su rol en las labores administrativas en la Alcaldía de Manzanares, acompaña el día a día del cultivo familiar y ha puesto en marcha un sueño: su propia marca de café, Café Goticas de Alegría.


“Mi papá me dio un lote de café cuando cumplí la mayoría de edad. Ese fue el punto de partida. Me ayudó a sacar mi tarjeta cafetera y el código SICA. Ahí comenzó todo”, relata con orgullo. Que el café de su padre, Café Dinastía es mucho más que una etiqueta en una bolsa; es un proyecto con alma, que ya ha sido reconocido en concursos regionales de cafés especiales en Manzanares y Marquetalia, donde obtuvo un destacado segundo lugar.


Pero detrás del sabor y aroma de cada grano, lo que Daniela busca resaltar es el valor del campo como una oportunidad para los jóvenes. “No nos tenemos que ir. Podemos quedarnos, ayudar en las fincas, acompañar a nuestros padres. El futuro está ahí, en el campo. Solo hay que aprender a mirarlo desde otra perspectiva”, dice, con la claridad de quien ha crecido entre surcos de café y asambleas cafeteras.


La historia de Daniela no se escribe sola. Es hija de un líder cafetero, Conrado Aristizabal Montoya un hombre que, como muchos, encontró en la Federación Nacional de Cafeteros y en el Comité de Cafeteros de Caldas una plataforma para trabajar por el gremio. Desde niña, ella lo acompañó a reuniones, ferias y capacitaciones. “Él siempre me decía: ‘Mamita, métase a proyectos productivos’. Me impulsó a estudiar, a prepararme, para que yo tuviera herramientas que él no tuvo”, cuenta con emoción.


Ese legado hoy se traduce en acción. Daniela no solo produce café; lo vive como una experiencia cultural, como una manifestación de identidad. “Nosotros no vendemos solo calidad, también vendemos cultura, paisaje, historia. No seríamos nada si no existiera el campo”, afirma con convicción.


La finca familiar, que lleva el nombre entrañable de La Loca, se ha convertido en un símbolo de esta nueva generación que no renuncia a sus raíces. Junto a su marca Café Dinastía, Daniela lanzó Goticas de Alegría, una línea de café variedad castillo, que complementa la oferta familiar con diferenciación en variedades y perfiles de sabor, pero con prácticas agrícolas compartidas: cosechas cuidadosas, abonadas oportunas y un compromiso férreo con la calidad.


La historia de Daniela Aristizábal es, en esencia, una declaración de amor al café y al campo. Una apuesta por quedarse, resistir y transformar. En cada grano que sale de su finca hay un mensaje claro: la integración generacional en la caficultura no solo es posible, es urgente y está en marcha.


En los caminos de Caldas, entre montañas verdes y cafetales en flor, la juventud cafetera tiene nombre, rostro y voz. Y se llama Daniela Aristizábal.